Curarse con las relaciones
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Más allá de la infelicidad, la pobreza de relaciones afectivas y sociales es el otro gran factor psicosocial de riesgo para la salud sobre el cual los epidemiólogos centran su atención desde hace décadas. 

En realidad cuando los médicos nos hacen un control, incluso antes de medirnos la tensión, palparnos el abdomen y preguntarnos sobre nuestra dieta, actividad física, si fumamos o no, tendrían que preguntarnos: “¿Tienes muchos amigos? ¿Estás satisfecho de tu relación con ellos? ¿Y qué tal con tu pareja? ¿Formas parte de un grupo o de una asociación de voluntarios? ¿Son importantes para ti? ¿Confías en los demás?” Solo si nuestras respuestas indican que tenemos una vida afectiva y social plena tendrían que felicitarnos y animarnos porque estamos haciendo lo correcto para vivir sanos y por mucho tiempo.De hecho, desde los años setenta hasta nuestros días se han desarrollado muchísimas investigaciones que han documentado que un factor de riesgo muy importante para la salud es la pobreza relacional (Berkman - Glass 2000; Stanfeld 2006). 

Tener amigos, relaciones amorosas, pertenecer a grupos y asociaciones, tener identidad y apoyo social son la mejor tutela para la salud. La integración social tiene un gran impacto en la salud. Además del estrés, en las primeras fases de la vida, incluso en la etapa prenatal, tiene una importancia significativa en el desarrollo físico, emotivo, cognitivo y sobre la salud durante toda la vida.

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Relaciones y salud

Recientemente ha sido demostrado que las malas relaciones sociales actúan sobre el sistema inmunitario estimulándolo rápidamente a producir sustancias inflamatorias que a su vez favorecen la aparición de muchas enfermedades. Una muestra de 122 personas ha apuntado durante ocho días sus interacciones sociales positivas (por ejemplo haber transcurrido tiempo con los amigos o haber recibido apoyo por parte de la pareja o de un familiar) o negativas (por ejemplo una pelea con un amigo o con un familiar). En los cuatro días siguientes a este periodo, a los sujetos de la muestra se les ha analizado la cantidad de hormonas pro inflamatorias presentes en la saliva. Las personas que habían experimentado relaciones negativas tenían niveles más altos de estas sustancias inflamatorias en comparación con las que habían vivido situaciones positivas en las relaciones con los demás. En síntesis este estudio demuestra que la producción de sustancias inflamatorias como respuesta a eventos relacionales desagradables parece ocurrir casi cotidianamente. En fin, cada evento estresante parece quitarnos un trocito de salud (Chiang et al. 2012)

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Por poner algún ejemplo, un estudio de la Columbia University demuestra que los pacientes infartados que están socialmente aislados tienen casi el doble de probabilidades de tener otro infarto en los cinco años siguientes, respecto a aquellos pacientes que tienen una vida social satisfactoria.

Estar aislados de los demás tiene un impacto sobre la probabilidad de tener un nuevo infarto mucho más alto que los factores de riesgo clásicos, como tener enfermedades coronarias o ser físicamente inactivos (Jetten - Haslam - Haslam 2010).

Estos efectos no afectan solamente a los que tengan serios problemas de salud. Un estudio de la Harvard School of Public Health que ha estudiado 16.000 ancianos durante un periodo de tiempo de seis años, revela pérdidas de memoria significativamente menores en los que son socialmente más activos e integrados. El aislamiento social hace más vulnerable a la gente incluso frente a la gripe. Las personas más aisladas tienen el doble de probabilidades de coger la gripe respecto a las personas más sociables, aunque estas estén posiblemente mucho más expuestas a los gérmenes (Cohen 2005). 

Otros estudios han demostrado que a las personas que tienen buenas relaciones conyugales las heridas les cicatrizan más rápidamente. Además Putnam (2004) muestra que si no eres parte de un grupo de voluntarios y decides participar en uno, se reduce en un 50% la probabilidad de morir en el año siguiente.Confrontando los Estados americanos, la participación media en asociaciones voluntarias predice las tasas de mortalidad media además de los decesos por coronariopatías y tumores (Kawachi, Kennedy, Lochner, Prothow-Stith 1997). De manera parecida un índice de salud en los Estados americanos está fuertemente relacionado con varios indicadores de la sociabilidad (Putnam 2004).

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